CARTA A MI NIÑA INTERIOR
Cuando ya llevamos un tiempito en terapia viendo y escuchando las heridas de la niña que fue mi paciente, suelo pedir como ejercicio de respiración que le escriban una carta desde su yo-adulta a esa niña interior.
Os dejo la carta de A. con su permiso. A mi me emocionó al leerla.
“Cuando él y yo nos fuimos a vivir juntos éramos cuatro: dos adultos y dos niños. Cada uno teníamos nuestra parte, mitad y mitad. Nos turnábamos para ser el niño o el adulto, para ser cuidados o cuidar. Para jugar cuando los niños coincidían, para tomar decisiones cuando conseguíamos juntar a los dos adultos.
Cuando nació nuestra hija el equilibrio se deshizo. Yo decidí que ahora tocaba ser adultos los dos. El niño de él prefirió no darse por enterado y se negó a dejar su puesto. Mi niña dijo que si lo iba a hacer tenía que hacerlo perfecto. Mi adulto pensó que podría cuidarlos a todos. Y el vacío se hizo cada vez más grande.
Mi niña no quiere ser adulta. Ella siente que le han robado algo y quiere permanentemente recuperarlo. Si hay que ser responsables la niñez se diluirá y ya no podrá conseguirlo. Si hay que cuidar en vez de ser cuidado sentirá que ya no la quieren. Si hay alguien por delante de ella se enfadará porque no es justo. Ser adulto es muy difícil y no vamos a hacerlo bien, es imposible. ¿Quién nos querrá si fallamos, si nos equivocamos? ¿Y quién nos aprobará si lo hacemos bien? Tampoco habrá nadie.”